::Crónicas de un alma::
Todo comenzó una tarde de invierno, cuando agobiada por los problemas de mi casa, decidí salir y poder olvidarme un poco de mi vida. Caminando sola por un sendero, mis pies me guiaban hacia lo desconocido. En un momento, mis espesos pensamientos me nublaron la vista, y de un minuto para otro, me vi sentada en un columpio en una abandonada plaza, rodeada de árboles donde el aire era denso y el tiempo no transcurría. De repente me recorrió un escalofrió por todo el cuerpo, y al mirar a mi lado vi sentada a una niña, la cual me recordó aquellos años felices vividos en la infancia. Ella me miró y dulcemente me sonrió, una fuerte angustia invadió todos mis sentidos incapacitándome de pensar y mucho menos de sentir, me vi envuelta en una espesa oscuridad, que luego se volvió en una lluvia de amargura, pues desaparecí de aquél lugar, habiendo vuelto a mi casa.
Las cosas en mi vida transcurrían naturalmente, los mismos problemas de siempre, mi padres por su lado siempre peleándose por uno que otro motivo, que nunca lograba comprender, mis absurdos profesores en colegio cada vez se volvían más insoportables, enseñando materias que no estaba dispuesta a aprender, por otro lado mis compañeros siempre susurrando a mis espaldas, creyendo que yo nunca me iría a percatar de que mi presencia irrumpía en sus vidas, eso me provocaba un inmenso dolor pues nunca había tenido una amiga a quien contarle mis cosas, lo cual me destruía por dentro cada vez más, terminando siempre ahogada sola en mis absurdos problemas.
Como siempre caminando sola de regreso a casa, llorando como todos los días después de clases, un sentimiento de miedo combinado con angustia me invadió nuevamente, pues la misma niña que había visto en mi sueño había vuelto, parada frente a mi, trato de contagiarme su mirada feliz, pero en vez de sentir felicidad solo me provocaba una especie de repulsión a aquellas personas que solo se preocupan de si mismas y viven en un mundo color de rosas, pero cierta niña también me hacía ver que había algo especial en ella, algo que yo ya conocía y que por supuesto no era la felicidad que la rodeaba, si no el parecido de aquella niña a mí infancia.
Sentía mareos que hacían que todo a mí alrededor diera vueltas, caí al suelo, conciente aún abrí los ojos poco después del golpe en el cemento. Llegue por bondad de Dios a casa, nunca había deseado tanto dormir en mi cama, cuando entré, los gritos de mi madre ahuyentaban a los pájaros que cantaban alegremente fuera de la ventana y luego me dije ¿acaso no tendrá otra cosa que hacer mi mamá que pelear con mi papá? Pues en eso se llevan gran parte de mi vida.
Mi pieza, tal y como la había dejado, por supuesto mi madre no se esmera en ordenar, pues su absurda ambición por el yo, y solo yo, me volvía loca.
Dormí placidamente a pesar de los problemas que me acongojaban, pero en mi sueño no podía olvidar la maldita y patética cara de la niña que me visitaba siempre en mis peores momentos depresivos, que eran míos, solo míos y de nadie más.
Desperté con un frió inmenso que paralizaba mi cuerpo, mis ojos rodeados de lagrimas secas hacían que mi visión se volviera borrosa, de pronto el mismo malestar que se había presentado horas antes de ver a mi pequeña amiga volvió. Una nube color plata rodeo mi habitación, y me pregunte: ¿Qué esta pasando?, ¿Qué quieres?, ¿Por qué no me dejas?, luego de muchas vueltas caí en un lugar ajeno a mis conocimientos..
Ya no era mi habitación, había cambiado completamente, estaba sentada en el asiento trasero de un auto, que viajaba por una estrecha carretera, y a mi lado sentada “mi amiga”, la cual esta vez no la rodeaba la amplia sonrisa, si no que su cara la invadía una tela de preocupación, como sabiendo que ocurriría algo malo.
De cierta forma, aquella situación me pareció conocida, aunque sin embargo no tenía recuerdo de ella. De un momento a otro un camión cargado con madera pierde el control soltando sus maderos hacia la carretera, cuando el conductor del auto donde iba yo y aquella familia se da cuenta de lo sucedido, ya era demasiado tarde pues pierde el control inevitablemente, el auto empieza a girar, dejando a la niña expuesta a los maderos que se aproximan hacia ella atravesándola y dándole una muerte inmediata.
El sol empezaba a cubrir todo el cielo con sus rayos color oro, cuando los padres de Emilia despertaron en el hospital donde se enteran del terrible accidente que habían sido protagonistas, recibiendo la noticia de la pérdida de su hija
Ahora comprendo todo, lo que creía que era una vida terrible y amargada no era mas que mi absurda imaginación, mis padres torturándose por mi muerte peleaban a menudo culpándose entre ellos no aceptando los hechos de mi inesperado lecho de muerte, si embargo, mis compañeros no hablan de mi por el hecho de molestarles mi presencia si no, solo me recordaban manteniéndome viva en sus memorias, la verdad es que siempre los mal interprete. Nunca pensé que en realidad mi vida no era vida si no que solo era mi alma que vagaba por algunas respuesta de mi muerte inesperada. Por eso seguí creciendo a través de los años no creyendo en realidad que nunca fue vida lo que tuve, si no que solo fue una terrible confusión.
Todo comenzó una tarde de invierno, cuando agobiada por los problemas de mi casa, decidí salir y poder olvidarme un poco de mi vida. Caminando sola por un sendero, mis pies me guiaban hacia lo desconocido. En un momento, mis espesos pensamientos me nublaron la vista, y de un minuto para otro, me vi sentada en un columpio en una abandonada plaza, rodeada de árboles donde el aire era denso y el tiempo no transcurría. De repente me recorrió un escalofrió por todo el cuerpo, y al mirar a mi lado vi sentada a una niña, la cual me recordó aquellos años felices vividos en la infancia. Ella me miró y dulcemente me sonrió, una fuerte angustia invadió todos mis sentidos incapacitándome de pensar y mucho menos de sentir, me vi envuelta en una espesa oscuridad, que luego se volvió en una lluvia de amargura, pues desaparecí de aquél lugar, habiendo vuelto a mi casa.
Las cosas en mi vida transcurrían naturalmente, los mismos problemas de siempre, mi padres por su lado siempre peleándose por uno que otro motivo, que nunca lograba comprender, mis absurdos profesores en colegio cada vez se volvían más insoportables, enseñando materias que no estaba dispuesta a aprender, por otro lado mis compañeros siempre susurrando a mis espaldas, creyendo que yo nunca me iría a percatar de que mi presencia irrumpía en sus vidas, eso me provocaba un inmenso dolor pues nunca había tenido una amiga a quien contarle mis cosas, lo cual me destruía por dentro cada vez más, terminando siempre ahogada sola en mis absurdos problemas.
Como siempre caminando sola de regreso a casa, llorando como todos los días después de clases, un sentimiento de miedo combinado con angustia me invadió nuevamente, pues la misma niña que había visto en mi sueño había vuelto, parada frente a mi, trato de contagiarme su mirada feliz, pero en vez de sentir felicidad solo me provocaba una especie de repulsión a aquellas personas que solo se preocupan de si mismas y viven en un mundo color de rosas, pero cierta niña también me hacía ver que había algo especial en ella, algo que yo ya conocía y que por supuesto no era la felicidad que la rodeaba, si no el parecido de aquella niña a mí infancia.
Sentía mareos que hacían que todo a mí alrededor diera vueltas, caí al suelo, conciente aún abrí los ojos poco después del golpe en el cemento. Llegue por bondad de Dios a casa, nunca había deseado tanto dormir en mi cama, cuando entré, los gritos de mi madre ahuyentaban a los pájaros que cantaban alegremente fuera de la ventana y luego me dije ¿acaso no tendrá otra cosa que hacer mi mamá que pelear con mi papá? Pues en eso se llevan gran parte de mi vida.
Mi pieza, tal y como la había dejado, por supuesto mi madre no se esmera en ordenar, pues su absurda ambición por el yo, y solo yo, me volvía loca.
Dormí placidamente a pesar de los problemas que me acongojaban, pero en mi sueño no podía olvidar la maldita y patética cara de la niña que me visitaba siempre en mis peores momentos depresivos, que eran míos, solo míos y de nadie más.
Desperté con un frió inmenso que paralizaba mi cuerpo, mis ojos rodeados de lagrimas secas hacían que mi visión se volviera borrosa, de pronto el mismo malestar que se había presentado horas antes de ver a mi pequeña amiga volvió. Una nube color plata rodeo mi habitación, y me pregunte: ¿Qué esta pasando?, ¿Qué quieres?, ¿Por qué no me dejas?, luego de muchas vueltas caí en un lugar ajeno a mis conocimientos..
Ya no era mi habitación, había cambiado completamente, estaba sentada en el asiento trasero de un auto, que viajaba por una estrecha carretera, y a mi lado sentada “mi amiga”, la cual esta vez no la rodeaba la amplia sonrisa, si no que su cara la invadía una tela de preocupación, como sabiendo que ocurriría algo malo.
De cierta forma, aquella situación me pareció conocida, aunque sin embargo no tenía recuerdo de ella. De un momento a otro un camión cargado con madera pierde el control soltando sus maderos hacia la carretera, cuando el conductor del auto donde iba yo y aquella familia se da cuenta de lo sucedido, ya era demasiado tarde pues pierde el control inevitablemente, el auto empieza a girar, dejando a la niña expuesta a los maderos que se aproximan hacia ella atravesándola y dándole una muerte inmediata.
El sol empezaba a cubrir todo el cielo con sus rayos color oro, cuando los padres de Emilia despertaron en el hospital donde se enteran del terrible accidente que habían sido protagonistas, recibiendo la noticia de la pérdida de su hija
Ahora comprendo todo, lo que creía que era una vida terrible y amargada no era mas que mi absurda imaginación, mis padres torturándose por mi muerte peleaban a menudo culpándose entre ellos no aceptando los hechos de mi inesperado lecho de muerte, si embargo, mis compañeros no hablan de mi por el hecho de molestarles mi presencia si no, solo me recordaban manteniéndome viva en sus memorias, la verdad es que siempre los mal interprete. Nunca pensé que en realidad mi vida no era vida si no que solo era mi alma que vagaba por algunas respuesta de mi muerte inesperada. Por eso seguí creciendo a través de los años no creyendo en realidad que nunca fue vida lo que tuve, si no que solo fue una terrible confusión.