miércoles, 6 de enero de 2010

El Tercero.

Estábamos caminando con mi familia, por lugares lúgubres de esta ciudad, era un ambiente algo tétrico, como una película antigua que rodaba en mi cabeza. Entre los movimientos violentos de mi mente apareciste caminando del lado derecho de la calle, me mirabas alegremente, te acercabas a pasos agigantados, me quede inmóvil, en ese momento mi familia seguía su camino, pero yo me quedaba atrás, esperando el desenlace de tu cruel caminata. Cuando estabas a dos pasos de mi, nos abrazábamos, fuertemente, nos mirábamos tan deseosos de poder hablar, de contarnos las cosas que nos habían pasado desde nuestro ultimo encuentro hace tres meses, definitivamente se me había olvidado el dolor, olvide todo el sufrimiento, nos sentamos en unas mesas, pedimos algo de comer, velas encendidas y un vino adornaban el encuentro, me decías tantas cosas, definitivamente no habías cambiado, seguías siendo esa persona extrovertida y alegre, aun así había un tema inconcluso que era inevitable no poder tocarlo, ¿Qué paso entre nosotros? Tengo recuerdos vagos de lo que hablamos, tal vez mi subconsciente me hace un favor olvidándome de eso.
Luego nos íbamos lejos, seguíamos hablando de las millones de experiencias que nuestros cuerpos atraían con el tiempo, calles gigantes, automóviles, edificios y arboles adornaban el paisaje, era como el primer día de noviembre que nos conocimos, de alguna manera, llámenme loco, pero sabia que era momentáneo, esta felicidad era pasajera, pero decidí arriesgarme, una vez mas quise ser feliz, aunque sea por unas horas.
Nos subimos a un bus, que nos llevaría a un lado donde no tenía conocimientos, nos sentamos juntos, apoyaste tu cabeza en mi hombro, yo miraba la ventana exhausto después de tanto paseo, el bus comenzó su camino, imágenes borrosas de paisajes se llevaron mi memorias hasta que mis ojos se cerraron.
Había despertado cuando cruzábamos un puente, aun así mantenía mis ojos entreabierto mirando la ventana y el brillo del sol que rebotaba en ella, fue cuando comienzo a perder tu aroma, y siento tu mano acariciar mi cara, cuando tus dedos dejaron de tocar mi piel, en ese entonces te vi marchar por las calles dejando mis sentimiento en aquel bus.

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